Hola

Me llamo Sara Lorenzo, nacida en Jerez de la Frontera por una sucesión de coincidencias de la vida pero con raíces castellanas. A los 6 años me vine a Valladolid y desde entonces he salido itinerantemente de esta estupenda ciudad pero siempre volviendo a casa. Hija única crecida en una familia idílica diría yo, sobretodo si hablamos en términos afectivos, pero siempre exigente y basada en una idea bucólica de la meritocracia. 

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Tras una adolescencia bastante corriente diría yo, compaginando el conservatorio con la enseñanza secundaria, acabé de cabeza en una ingeniería, organización industrial, sin más pasión que la de alguien que no sabe que hacer y viendo que todo lo asociado con la construcción no tenía ningún futuro en ese momento. Me encantó y se la recomiendo a cualquier persona que le gusten las ciencias aplicadas.

Si no habéis estudiado nada similar os digo que a una ingeniería se entra con mucho desconocimiento, miedo y con la única motivación ligada a la curiosidad utilitarista de entender mundo en el que vives, y se continúa dándote cuenta que esta viene ligada a las palabras sacrificio y determinación. Fue la primera vez que comencé a discernir y ver el valor del profesorado. En una ciencia donde todo lo que importa es saber razonar con tu entorno, los únicos que tienen el poder transmitir, argumentar y generar un desarrollo de la lógica y el interés de los alumnos hacia esto son ellos.

 

Durante esta misma etapa universitaria trabajé de Aupair en la zona del país vasco francés, fascinante por si estáis pensando dónde ir este verano, y acabé en Burdeos haciendo un doble grado en L'école des Arts et Métiers. Quizás esta etapa fue una de las más duras de mi vida y aquella que con más cariño recuerdo.

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Malgré tout... tuve que abandonarlo e irme a Madrid a trabajar 3 años en un sector opuesto a este. Qué decir, no era la mejor etapa personal para opositar, pero la vida lleva sus tiempos. Empezando ilusamente un 2019 sin saber que se venían lo que yo ahora mismo llamo mis 'golden years'. Maduré a pasos enormes y conocí a gente asombrosa que solo me ha ayudado a crecer y que llevo en mi corazón. Echando de menos esa ciudad con cada centímetro de mi cuerpo la considero una etapa cerrada, y si hay algo que se me da genial es empezar de cero de nuevo así que aquí estamos. 

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Después de muchas piedras en el camino y muchas fases de introspección y gestión sentimental, he de decir que de la persona que salió de ese instituto con 18 años a la persona que soy actualmente creo que no queda nada más que mi gusto por el humor sarcástico, mi falta de empatía y mi fuerte sentido de la amistad. Ojalá alguna vez podáis comprobarlo.

 

Bienvenidos y espero que os guste todo lo que encontreis por aquí <3.